viernes, 22 de noviembre de 2013

Las Llagas de Cristo y el perdón divino, en el Papa Francisco

ImagenEl Papa Francisco tiene una especial devoción hacia las Llagas de Cristo. Lo ha manifestado en muchas ocasiones. Es un tema recurrente. En las llagas del prójimo sufriente “tocamos” las Llagas del Señor. A través de las divinas Llagas nos llega el perdón. “Tocamos” la Humanidad de Cristo “tocando” sus Llagas. Especialmente han impresionado a la sensibilidad del mundo entero las imágenes del Papa besando el rostro desfigurado de dos enfermos.
Recientemente, el Obispo de Roma, ha comentado el pasaje de Jn 29, 22-23, en el que Jesús Resucitado muestra sus Llagas a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo. El Señor sopla hacia ellos y les comunica el Espíritu Santo y el poder de perdonar los pecados. El Papa Francisco comenta la  escena con estas palabras: El aliento de Jesús, acompañado de las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la nueva vida regenerada por el perdón. Pero antes de hacer el gesto de soplar y donar el Espíritu, Jesús muestra sus heridas en sus manos y el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios “pasando por “las llagas de Jesús. Estas llagas que Él ha querido conservar.
Las Llagas de Cristo conservadas en su Humanidad gloriosa, en el Cielo, fueron ya consideradas en sus enseñanzas por Juan Pablo II y por Benedicto XVI.  Santo Tomás de Aquino se planteó si una imperfección como son las heridas de un cuerpo podrían darse en el Cuerpo glorioso de Cristo y contestó que la gloria había transformado las huellas de su Pasión en “gemas”, joyas de resplandeciente belleza.
Estas llagas que Él ha querido conservar. También en este tiempo, en el cielo, Él muestra al Padre las heridas con las que nos ha redimido. Y por la fuerza de estas llagas son perdonados nuestros pecados. Así que Jesús dio su vida por nuestra paz, por nuestra alegría, por la gracia de nuestra alma, para el perdón de nuestros pecados. Y esto es muy bonito, mirar a Jesús así.
¿Quién puede tener miedo a un Perdonador que nos ha amado y nos ama tánto?
Jorge Salinas

jueves, 7 de noviembre de 2013

La Iglesia y los Sacramentos en la enseñanza del Papa Francisco


Las palabras del Papa Francisco tienen la frescura de un párroco del mundo que habla a feligreses poco  enrevesados:Y por esto es importante tomar la comunión; es importante que los niños sean bautizados pronto; es importante que sean confirmados. ¿Por qué? Porque ésta es la presencia de Jesucristo en nosotros, que nos ayuda. Es importante, cuando nos sentimos pecadores, ir al Sacramento de la reconciliación. “No, Padre, ¡tengo miedo, porque el sacerdote me bastoneará!” No, no te bastoneará, el sacerdote. ¿Tú sabes que encontrarás en el Sacramento de la reconciliación? A Jesús, Jesús que te perdona. Es Jesús que te está esperando allí, y esto es un Sacramento. Y esto hace que crezca toda la Iglesia.
¿Podría darse esa realidad que es la Iglesia, sin Sacramentos? La respuesta la ha dado la misma Iglesia. Sobre la base de la fe y del Bautismo pueden darse (e históricamente se dan) auténticas comunidades cristianas. Pero, propiamente no son Iglesias si les faltan los demás Sacramentos, como es el caso de las comunidades cristianas surgidas partir de la Reforma protestante. En cambio, las comunidades cristianas que continúan una tradición apostólica anterior a su ruptura con Roma, conservando todos los Sacramentos (y, en especial la Eucaristía) son verdaderas Iglesias, como es el caso de los ortodoxos y de las Iglesias orientales separadas. Les falta, sin embargo, la plena comunión con el Sucesor de Pedro, con el Papa; son verdaderas Iglesias pero con un déficit importante de catolicidad.
La plenitud y la integridad de la Iglesia Una querida por Jesucristo se dan en la Iglesia Católica. El Papa Francisco en su catequesis del pasado 6 de noviembre, enseñaba: Los Sacramentos expresan y realizan una eficaz y profunda comunión entre nosotros, porque en ellos encontramos a Cristo Salvador, y por él, a nuestros hermanos en la fe. Los Sacramentos no son apariencias, no son ritos; los Sacramentos son la fuerza de Cristo, está Jesucristo, en los Sacramentos. Cuando celebramos la Misa, en la Eucaristía está Jesús vivo, Él, vivo, que nos reúne, nos hace comunidad, nos hace adorar al Padre. Cada uno de nosotros, de hecho, mediante el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se incorpora a Cristo y se une a toda la comunidad de los creyentes. Por lo tanto, si bien, por un lado, es la Iglesia que “hace” los sacramentos, por otro, son los sacramentos que “hacen” la Iglesia, la edifican, generando nuevos hijos, agregándolos al pueblo santo de Dios, consolidando su membresía.
Así podemos entender la necesidad de la vida sacramental para que la Iglesia sea una realidad viva: la celebración de la Misa, la Comunión eucarística, la práctica de la Confesión para recibir dignamente la Comunión.
J. S.