Si te limitas a leer
titulares en los medios sobre lo que el Papa Francisco dice o escribe te puedes
hacer un lio. Ya de por sí es casi imposible resumir en una línea la riqueza de
contenido de la predicación del Papa; es como pretender leer un libro atendiendo
solamente a anunciado de cada capítulo. Pero además ocurre algo muy que es
importante conocer. Intentaré explicarlo.
Como dice la sabiduría
clásica “lo que se recibe se recibe según el modo del recipiente”. Una vasija
redonda convertirá el agua contenida en una esfera; una vasija cuadrada la
convertirá en un cubo. Por eso habría que preguntarse primero cuáles son los
prejuicios y las disposiciones básicas de la persona o del medio que informa
sobre lo que el Papa dice.
Personas o medios que
carecen de fe tenderán a entender al Papa en clase política o ideológica, cuando,
en realidad, el mismo Pontífice ruega para que la Iglesia “sea liberada de las
ideologías”. Personas que respetan, aman o guardan inquina hacia la Iglesia
destacarán dentro del discurso del Papa tal frase o tal otra. Como dice el
dicho popular “todos arriman el ascua a su sardina”. En muchos casos, también,
lo que queda al descubierto en ciertos informadores es una formación religiosa muy deficiente, sin
conocimiento de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, con ignorancia casi supina
del Catecismo de la Iglesia Católica.
Por tanto, un primer consejo
para quienes quieran seguir al Papa Francisco es muy sencillo: leer el texto íntegro de sus enseñanzas.
J.
S.
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