martes, 16 de julio de 2013

COMENTARIO Vocabulario del Papa Francisco: la mundanidad espiritual

La idea de “mundanidad” ha sido entendida casi siempre en un sentido negativo, como uno de los tres clásicos enemigos del alma: el mundo, el demonio y la carne. San Juan, en su Evangelio y en sus Cartas, entiende el “mundo” como algo opuesto al Espíritu de Cristo Lo mundano sería el paganismo resistente,  lo comprometido con el pecado, la obstinada opción por lo temporal y lo sensible, lo irredento, la renuncia a otra vida. Una conducta mundana sería casi sinónimo de una vida inmoral, especialmente escandalosa en una persona perteneciente al clero o a la vida religiosa.

El Papa Francisco está usando, en escritos y en alocuciones, otro sentido de la mundanidad más respetable, más sutil. Le llama “mundanidad espiritual”, reutilizando con matices propias una expresión del teólogo Henry De Lubac. La describe como “el ceder al espíritu del mundo, que te hace actuar por la propia realización y no por la gloria de Dios, esa especie de `burguesía del espíritu y de la vida´, que incita a acomodarse, a buscar una vida confortable y tranquila».

El Santo Padre a esta desviación profunda del Evangelio la conecta con el afán de “hacer carrera” dentro de la estructura eclesiástica. De ahí su constante exhortación a los candidatos a Pastores en la Iglesia a "que sean capaces de ‘cuidar’ el rebaño que les fue confiado, de tener cuidado de todo lo que les mantenga unidos; de ‘vigilarlo’, de prestar atención a los peligros que amenazan. Pero por encima de todo que sean capaces de ‘velar’ el rebaño, de cuidar la esperanza, de que haya sol y luz en los corazones, de apoyar con amor y con paciencia los planes que Dios tiene para su pueblo".

Está claro que todo esto es lo opuesto a la “mundanidad espiritual”.

J.S.



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