Hay una escena del
Evangelio en la que Jesús hace dos encuestas al estilo moderno, dos encuestas de
opinión, parecidas a las que realiza por encargo cualquier agencia
especializada hoy día. Una o varias preguntas bien pensadas, una
muestra de población, unos agentes que plantean un cuestionario, una
recolección de datos, un estudio y un resultado. Lo que solemos leer o a ver en TV son ejemplos muy simples de
entrevistas a pie de calle, sin las pretensiones de encuestas profesionales bien
hechas. Vd ¿qué piensa del calor que hace?
Y contesta una señora, un joven, una
anciano o un turista de paso: pues yo
pienso de que…
Jesús hace una
encuesta bien hecha. Estamos en Cesarea de Filipo y quizá haya transcurrido ya
un año desde el inicio de su vida pública. Miles de personas le han visto, le
han oído, le han tocado...Muchos enfermos han sido curados, endemoniados han
sido liberados, su fama de rabino santo, que habla de un modo nuevo, se
extiende por Galilea y Judea. El círculo de discípulos más cercano, más
estable, que le acompaña a todas partes, ha estado en contacto directo con esas
muchedumbres y sabe lo que la gente piensa y comenta sobre Jesús. Es lógico,
pues, que el Maestro les pregunte a ellos, los discípulos, acerca del estado de
opinión de las muchedumbres. ¿Quién dicen
los hombres que es Hijo del Hombre? Que es tanto como preguntar: ¿qué dice
la gente de Mí?
Resultados de esta
primera encuesta: Unos que Juan el
Bautista, otros de Elías, y otros que Jeremías o alguno de los profetas. Salta
a la vista que la valoración que el pueblo hace de Jesús es altísima. Sería la
envidia de los políticos modernos que suelen ser valorados periódicamente en
encuestas semejantes.
Pero Jesús tiene
preparada una segunda encuesta, esta vez más restringida. Se dirige sólo a los
Apóstoles. Y ¿vosotros quién decís que
soy Yo? La respuesta de Simón Pedro es
rotunda y en solitario: Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo. Ésa es
la fe de la Iglesia, puesta en boca de Pedro. Una confesión, una identificación
de Jesús de un modo distinto, único e infinitamente superior a cualquiera de
los resultados de la primera encuesta. El Señor deja en claro que ese
conocimiento que tiene Pedro no resultado de pesquisas humanas, que es un don,
que es una revelación interior de mi
Padre que está en los Cielos.
Ser católicos no es
disponer de un menú de opciones o preferencias en los temas que son de fe. Yo pienso de que, opino de que, soy católico pero
creo en esto, pero no en esto otro, etc. Como nos enseña el Papa Francisco en
su encíclica Donum Fidei: Es imposible
creer cada uno por su cuenta. La fe no es únicamente una opción individual que
se hace en la intimidad del creyente, no es una relación exclusiva entre el «
yo » del fiel y el « Tú » divino, entre un sujeto autónomo y Dios. Por su misma
naturaleza, se abre al « nosotros », se da siempre dentro de la comunión de la
Iglesia.
El catolicismo “a
la Carta” supone una corrupción de la fe. Como decía San Cipriano, la fe es una o no es fe. El Credo es
como un cuerpo y los artículos de fe son como los miembros de ese cuerpo.
El Papa Francisco
desarrolla, en su Encíclica, con claridad, este rasgo de la unidad e integridad de la Fe. Nuestra fe
es la fe Iglesia. Por eso la fe no es
algo privado, una concepción individualista, una opinión subjetiva, sino que
nace de la escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio.
Una vez más, el Papa Francisco,
señala la importancia del Catecismo de la Iglesia Católica, instrumento fundamental para aquel acto
unitario con el que la Iglesia comunica el contenido completo de la fe, « todo
lo que ella es, todo lo que cree ».
Me permito un consejo práctico al
amable lector. Tener siempre a mano el Catecismo de la Iglesia Católica, como
una guía, un vademécum, un criterio seguro. En papel o en soporte informático,
en el PC, en el Smartphone o en el e-reader.
Jorge Salinas
1 comentario:
Yo me lo he bajado al Android como aplicación, va estupendo como lectura espiritual cuando vas en el transporte público, escogiendo un tema, como por ejemplo El Padrenuestro. Es una joya, no hace falta leerlo de corrido, cada entrada es una perla. Y si no podré hacer la lectura más tarde o tranquilamente, echo mano de esto.
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