Recientemente, el Obispo de Roma, ha comentado el pasaje de Jn 29, 22-23, en el que Jesús Resucitado muestra sus Llagas a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo. El Señor sopla hacia ellos y les comunica el Espíritu Santo y el poder de perdonar los pecados. El Papa Francisco comenta la escena con estas palabras: El aliento de Jesús, acompañado de las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la nueva vida regenerada por el perdón. Pero antes de hacer el gesto de soplar y donar el Espíritu, Jesús muestra sus heridas en sus manos y el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios “pasando por “las llagas de Jesús. Estas llagas que Él ha querido conservar.
Las Llagas de Cristo conservadas en su Humanidad gloriosa, en el Cielo, fueron ya consideradas en sus enseñanzas por Juan Pablo II y por Benedicto XVI. Santo Tomás de Aquino se planteó si una imperfección como son las heridas de un cuerpo podrían darse en el Cuerpo glorioso de Cristo y contestó que la gloria había transformado las huellas de su Pasión en “gemas”, joyas de resplandeciente belleza.
Estas llagas que Él ha querido conservar. También en este tiempo, en el cielo, Él muestra al Padre las heridas con las que nos ha redimido. Y por la fuerza de estas llagas son perdonados nuestros pecados. Así que Jesús dio su vida por nuestra paz, por nuestra alegría, por la gracia de nuestra alma, para el perdón de nuestros pecados. Y esto es muy bonito, mirar a Jesús así.
¿Quién puede tener miedo a un Perdonador que nos ha amado y nos ama tánto?
Jorge Salinas
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