miércoles, 29 de marzo de 2017

Apunte sobre la palabra subsistit en el Vaticano II


El Vaticano II  afirma que la Iglesia querida por Jesucristo subsiste en la Iglesia Católica. El anterior magisterio de Pío XII la Mystici corporis empleo una  expresión distinta porque afirma que la Iglesia querida por Jesucristo es la Iglesia Católica,  es decir emplea la palabra est. En cambio El Vaticano II en vez de usar la palabra est utiliza la palabra subsistit. Este cambio de palabra dio lugar a ríos de tinta que probablemente todavía persisten. Quiénes a todo trance querían ver en el Vaticano II una continuidad literal perfecta de todo el magisterio pontificio anterior, se esforzaron en interpretar la palabra subsistit de tal modo que prácticamente indicarse identidad como lo indica la palabra empleada por Pío XII


En realidad sí la Iglesia fundada por Jesucristo se identificara de un modo absoluto con la Iglesia católica entonces habría que decir que las demás denominaciones cristianas son falsas, son montajes humanos que no tienen nada que ver con Jesucristo. A partir del Vaticano II las cosas se presentan de una manera distinta no solamente en los textos propios del Concilio sino también en el abundantísimo magisterio de Juan Pablo II. Fuera del recinto de la Iglesia Católica no existe el vacío eclesiológico. En las demás comunidades cristianas hay elementos de verdad y de santificación. El ecumenismo como tarea primordial de la Iglesia lleva a un progreso profundo en la eclesiología. Muchos afirman realmente el Concilio Vaticano II ha sido el primer concilio fundamentalmente eclesiológico es decir el primer concilio en el que se aborda de un modo frontal la realidad de la Iglesia. Por una parte, está la Iglesia Católica en la que subsiste la Iglesia querida por Jesucristo, es decir la plenitud de los medios de salvación queridos por Jesucristo. En el resto de las comunidades cristianas hay que señalar dos grandes grupos. Aquellas comunidades cristianas que rompieron con Roma, pero conservando la fe y los sacramentos son verdaderas Iglesias, aunque tengan un déficit de catolicidad. En cambio, las comunidades cristianas surgidas a partir de la Reforma Protestante perdieron la estructura básica de Iglesia porque rompieron la sucesión apostólica y abandonaron sacramentos de un modo más significativo la celebración eucarística qué es el núcleo de la Iglesia. Por tanto, en la terminología precisa de la Iglesia Católica no se les da el nombre de iglesias a estas comunidades. Hay pues un ecumenismo de dos velocidades.

El término subsistit es entendido ya de una manera legítima y genuina. Pero hay que tomar nota de que se sigue profundizando en el significado de subsistit que en un principio sirvió para relacionar la Iglesia Católica con las demás comunidades cristianas pero cada vez más se está profundizando la noción subsistit relacionando a la Iglesia Católica consigo misma. ¿Todo lo que existe actualmente en la Iglesia Católica coincide en su totalidad, en su contenido con la voluntad de Jesucristo? El principio de Ecclesia semper reformanda es un principio católico. Dentro de la plasmación histórica temporada humana de la Iglesia querida por Jesucristo hay elementos que son de origen histórico revisables y en algunos casos viciados. Las grandes reformas auténticas en la Iglesia la han realizado grande Santos y han sido recogidas en concilios ecuménicos o con actuaciones singulares de grandes papas. Este proceso que dura 20 siglos solo se entiende si en la Iglesia Católica subsistit la Iglesia querida por Cristo de un modo íntegro, pero al mismo tiempo con adherencias temporales ajenas o incluso contrarias a la voluntad de Jesucristo.

Ya Santo Tomás de Aquino advierte que hay de que costumbres o modos de hacer las cosas por su mucha duración en el tiempo pueden inducir a ser confundidas con la naturaleza. De un modo semejante en el caso de la Iglesia Católica pueden darse y se han dado modos de hacer e instituciones vigentes durante siglos que pueden ser confundidas con la voluntad fundacional de Jesucristo cuando en realidad son contingentes incluso a veces ajenas o contrarias a la voluntad expresa de nuestro Señor Jesucristo. Este es el principio de las verdaderas reformas de la Iglesia Católica dentro de la misma Iglesia.

Semper no debe interpretarse como continuamente. Las reformas tienen su timing que quizás coincida con “los signos de los tiempos” a través de los cuales esté realmente hablando Dios. Ya decía San Cipriano que la impaciencia (la precipitación) es causa de muchas herejías.

Por último, es muy importante que las reformas no se hagan a partir de una “teología de escritorio”, expresión típica del Papa Francisco. La verdadera Teología tiene que hacerse de rodillas (rezando) y conectada con una vida auténticamente cristiana. Las reformas intentadas desde una teología de escritorio pueden fácilmente terminar en “reformas de diseño” (expresión certera de Benedicto XVI). La experiencia demuestra que tanto la impaciencia como las reformas de diseño son negativas en la realidad espiritual del Pueblo de Dios, al menos por un tiempo. La santidad y el sentido común de una masa crítica dentro de la Iglesia pueden corregir de un modo pacífico algunos errores de diseño y llevar a cabo una “reforma de la reforma”.

Primero es la vida; después la reflexión doctrinal, la teología: después la norma que da estabilidad, pero siempre la atención a las fuentes de la fe. Es un criterio sabio y certero que nos enseñó San Josemaría.



Jorge Salinas










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