miércoles, 12 de abril de 2017

La Sangre de Cristo,¿derramada por todos o por muchos?






A bastantes católicos les ha sorprendido que, en la misa, el sacerdote al consagrar el vino diga en castellano: “… mi sangre derramada por vosotros y por muchos”. Antes de empezar la Cuaresma y por un espacio de casi 50 años hemos oído en ese momento de la misa: “… mi sangre derramada por vosotros y por todos”.

Hace diez años el Papa Benedicto XVI mandó ese cambio en las traducciones del latín a las lenguas modernas, pero hasta ahora no se ha cumplido.

En latín siempre se ha dicho pro multis, por muchos. En las misas de los primeros siglos, en todos los ritos y en todas las lenguas antiguas, se decía también por muchos. En realidad, lo que el Papa Benedicto XVI mandó es que las traducciones modernas se ajustarán más literalmente a las palabras de la consagración dichas durante siglos.

No se trata de corregir un error dogmático porque las dos fórmulas son verdaderas. Dios quiere que todos los hombres se salven y por tanto puede decirse que fue voluntad de Jesucristo derramar su sangre por la Redención de todo el mundo, su sangre intencionalmente fue derramada por todos; pero la Redención de cada persona no es algo automático. Es requisito acogerse de corazón a la oferta universal de la misericordia divina. En este sentido, los que rechazan obstinadamente, hasta el final de sus días, la oferta que Dios nos hace a través de Cristo no se benefician de su sangre vertida. Por eso es también verdadera la expresión por muchos.

La decisión de Benedicto XVI no fue tomada por razones dogmáticas sino por buscar una fidelidad mayor a lo que durante siglos se ha dicho en todas las lenguas antiguas y en las plegarias eucarísticas de todos los ritos, es decir por muchos.


Este cambio (que en realidad un restablecimiento), significa también un toque de atención. Quién desprecia obstinadamente la sangre de Cristo se está labrando su propia condenación. Los que blasfeman contra la Eucaristía se excluyen de la salvación eterna porque desprecian y rechazan la sangre de Cristo. La sangre de Cristo no les ha servido para salvarse.






J.S.

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