sábado, 19 de octubre de 2013

Oir con sencillez al Papa Francisco

Pidamos al Señor la gracia, primero: de no dejar de orar, para no perder la fe: permanecer humildes, son palabras del Papa Francisco dichas hace unos días en Santa Marta. La oración, cuando es verdadera, nos mantiene en comunión con Dios y en ese espacio interior, en esos ratos de recogimiento, el Espíritu Santo guía, sugiere, enseña, mueve, casi sin notarlo. Esa presencia de Dios en muy especial cuando oramos ante un Sagrario, pero en cualquier lugar podemos encontrar a Dios en la intimidad del alma.

Una pregunta razonable es la siguiente: ¿Cómo estar seguro de que no nos engaña la fantasía, de que no nos hace perder el tiempo una sensiblería sin contenido, de que realmente hablamos con el Señor?  La respuesta es sencilla. Si el Jesús que buscamos es el Jesús del Evangelio (los Evangelios son el mejor libro para orar), si nuestra oración discurre por los cauces de la fe confesada en el  Credo, si somos dóciles a las enseñanzas del Papa y demás pastores de la Iglesia, si estamos en comunión con toda la Iglesia orante e invocamos la intercesión de la Virgen Santísima, y de los Ángeles y Santos, entonces, el cauce de la oración es seguro.

Pienso en una muchedumbre de padres y madres de familia, de ancianos y jóvenes, de personas que trabajan o buscan trabajo, de están ocupados por las mil tareas de la vida ordinaria…y me pregunto: ¿Necesitan leer nuevos ensayos teológicos para ser buenos cristianos, para encontrar a Jesús en sus vidas? ¿Necesitan ser expertos “vaticanólogos” para amar al Papa y a nuestra Madre la Iglesia? ¿Necesitan estar al día de las lecturas y relecturas que hacen no pocos medios intentando encasillar la vida de la Iglesia en ideologías humanas o en un continuo “juego de tronos”? ¿Es necesario ese dispendio de tiempo para buscar la santidad y amar al prójimo?

Me parece que no. Que todo es más simple.

Nos basta oír al Papa con la sencillez con que él nos habla.

J.S.

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