sábado, 24 de agosto de 2013

COMENTARIO El "nosotros" de la Iglesia

Hace unos meses, el Papa Francisco citó  un clásico de nuestras letras: En la literatura española hay una comedia de Lope de Vega que narra cómo los habitantes de la ciudad de Fuente Ovejuna matan al Gobernador porque es un tirano, y lo hacen de tal manera que no se sepa quién ha realizado la ejecución. Y cuando el juez del rey pregunta: “¿Quién ha matado al Gobernador?”, todos responden: “Fuente Ovejuna, Señor”. ¡Todos y ninguno!  . Y quizá para encontrar en los clásicos italianos una situación semejante añadió el Santo Padre: Vuelve la figura del “Innominado” de Manzoni. 

En el contexto de aquella   impresionante Homilía en Lampedusa, el Papa dio una interpretación particular a la unísona respuesta del pueblo ¡Fuenteovejuna, Señor, todos a una!, como si se tratara de un acto de cobardía colectiva, un modo mezquino de eludir la responsabilidad personal, escondiéndose en el anonimato de la multitud. En la intención del dramaturgo español, al contrario, aquel todos a una es presentado como un acto de valentía, un modo en el que todos asumen la responsabilidad de un acto punible con la pena capital. En el registro de nuestra literatura se cuenta este gesto como algo heroico.

De todas maneras lo que cuenta a efectos de este comentario es la intención didáctica del Papa. Y abre muchas posibilidades para la catequesis. En efecto, hay ocasiones en que el uso del “nosotros” es un modo de esconder el “yo” responsable. La piedra lanzada por una mano escondida, el insulto que un cobarde profiere amparado en una multitud, etc. Pero también hay un uso del “nosotros” que no oculta el “yo” sino que lo manifiesta con una especial profundidad. Todo el lenguaje de la liturgia, especialmente en la Santa Misa, expresa un “nosotros” dentro del cual el “yo” es fuerte. Y también un uso de “yo” recitado al unísono, en coro, como si se tratase de un “nosotros” Hermanos, reconozcamos nuestros pecados, Yo confieso ante Dios Poderoso; por mi culpaCreo; Padre NuestroSeñor no soy digno de que entres en mi casa. Y la plegaria eucarística siempre es recitada en plural (Te ofrecemos), aunque la diga solamente un sacerdote.

Benedicto XVI decía que en la oración litúrgica, sobre todo en la Eucaristía, y, formados por la liturgia, en toda oración, no hablamos sólo como personas individuales, sino que entramos en el 'nosotros' de la Iglesia que ora. Debemos transformar nuestro 'yo' entrando en este 'nosotros'.

La liturgia, sobre todo la Eucaristía, nos introduce en esa asombrosa comunión con los Ángeles y los Santos con los cuales cantamos o rezamos con una sola voz el Santo, Santo, Santo. La Misa nos lleva a entrar en comunión con la Virgen Santísima, con San José. Aunque estuviéramos muy pocas personas en la iglesia a través de la celebración eucarística entramos en comunión con la Trinidad,  junto con una multitud santa, invisible, pero real y presente.

La liturgia es como la puerta a una realidad que es permanente: nuestro ser en la Iglesia, nuestra pertenencia a la Iglesia, que no es una asociación benéfica, cultural o política, sino que es un cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia. Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo alimenta y lo sostiene, en palabras del Papa Francisco.

El "nosotros" de la Iglesia es un reflejo del "nosotros" con que Jesús se dirige al Padre: Que todos sean uno como nosotros somos uno.

J. S.

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