El Papa Francisco usa la
palabra “ideología” con relativa frecuencia y, siempre con un significado
pernicioso para la fe y para la vida de la Iglesia. Nos bastaría releer y
meditar estas palabras suyas en Santa Marta: "Los ideólogos falsifican el
Evangelio", afirmó el Papa, añadiendo: «toda interpretación ideológica, de
cualquier parte que venga, de una parte o de otra es una falsificación del
Evangelio. Y estos ideólogos – lo hemos visto en la historia de la Iglesia –
terminan por ser intelectuales sin talento, moralistas sin bondad. Y de la
belleza no hablamos, porque no comprenden nada». En cambio, «el camino del
amor, el camino del Evangelio es sencillo: ¡es el camino que han entendido los
santos! Los santos son quienes llevan la Iglesia adelante», los que siguen «el
camino de la conversión, el camino de la humildad, del amor, del corazón, el
camino de la belleza».
Las “ideologías” en el
Papa Francisco son construcciones humanas, hechas de ideas y palabras, trabadas
entre sí, que pretenden explicar exhaustivamente la realidad social para
conservarla o para cambiarla. Suelen ser “sistemas”, cerrados y excluyentes,
que alcanzan especial fuerza cuando el poder político las adopta como forma de
controlar y dirigir el comportamiento de una población. Formas históricas de
triste recuerdo son el marxismo, el fascismo, el nacional-socialismo alemán.
Actualmente, el liberalismo más radical,
que sostiene en lo económico la ley del mercado como único principio
regulador de la vida social, también es
una ideología. También lo son las
ideologías de género.
Para el Papa Francisco las
ideologías, sea cual sea su origen, corrompen la sencillez del Evangelio. A propósito de Jn 6, 25-71 el Obispo de Roma
decía: «los doctores responden sólo con la cabeza. No saben que la Palabra de
Dios va al corazón, no conocen la conversión. Son “científicos”. Son los
grandes ideólogos», los que no comprenden que la palabra de Jesús se dirige al
corazón «porque es palabra de amor, es palabra bella y lleva al amor, nos hace
amar». Por eso el Papa Francisco, durante la celebración de la misa
del viernes 19 de abril por la mañana, pidió oración «para que el Señor libre a
la Iglesia de cualquier interpretación ideológica».
El cristianismo no es una
ideología, no es un invento humano. Es la adhesión a un Viviente, que es
Cristo. Es la recepción de una Palabra que no está muerta en un libro, sino que
es Palabra que vive. Por eso el cristiano ante Dios ha de ser sumamente
sencillo. Debe entender algo para poder creer y ya creyente debe intentar con
humildad entender lo que cree, hasta donde le sea concedido. El Espíritu Santo
lleva a entender a cada cristiano y a la Iglesia en su conjunto. Por eso la fe
siempre es la fe de la Iglesia, no las opiniones personales.
Naturalmente el Papa no
rechaza la percepción común de la realidad, el realismo que subyace en el
lenguaje, en las palabras de Jesús, en la predicación de los Apóstoles, en los
Santos Padres, en el Magisterio de la Iglesia, un realismo que está en el mismo
lenguaje del Papa, inteligible para todos.
Hay un lenguaje de la fe, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Lo que el Papa que rechaza como dañino para la vida de fe son
las ideologías imperantes de matriz atea o anticristiana, ideologías que lo
supeditan todo a proyectos políticos de ingeniería social y cultural, ajenos o
contrarios al plan Creador de Dios y a la Redención realizada por Jesucristo.
El Cardenal Bergoglio no dudó en calificar a algunas de esas “ideologías” como
engaños del Diablo, envidioso de la especie humana. El Papa también he
denunciado ideologías que "que ponen obstáculos a la vida y no la respetan
porque están dictadas por el egoísmo, el lucro y el poder".
Me parece que para
entender bien lo que el Obispo de Roma entiende como el peligro de las “ideologías”
en la Iglesia ayuda mucho el estudio de dos documentos claves en la biografía
pastoral del nuevo Papa. Uno es el Documento de Aparecida, citado varias veces en este blog. Y otro es la Exhortación
Apostólica Evangelii Nuntiandi de
Pablo VI. Ambos documentos fueron citados por el Papa Francisco en su reciente viaje a
Brasil.
J.S.
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