Papa Francisco explico que “no es que Jesús
quiera dividir entre ellos a los hombres, al contrario: Jesús es nuestra paz,
¡es reconciliación! Pero esta paz no es neutralidad, no es acuerdo a cualquier
precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y escoger el bien,
la verdad, la justicia, también cuando ello requiere sacrificio y renuncia a
los propios intereses. Y esto divide, lo sabemos, divide también los lazos más
estrechos. Pero atención: ¡no es Jesús el que divide! Él pone el criterio: vivir
para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir;
obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es
«signo de contradicción» (Lc 2,34).
Por lo tanto –dijo, “esta palabra del Evangelio
no autoriza de hecho al uso de la fuerza para difundir la fe. Es propiamente lo
contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del
amor, que comporta renunciar a toda violencia. Fe y violencia son incompatibles”.
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Sobre la incompatibilidad moral del uso de la violencia y la evangelización releer Homilía de Juan Pablo II en la Jornada del Perdón (año 2000) y Documento de la CTI sobre Memoria y Reconciliación. la Iglesia y las culpas del pasado
Sobre la incompatibilidad moral del uso de la violencia y la evangelización releer Homilía de Juan Pablo II en la Jornada del Perdón (año 2000) y Documento de la CTI sobre Memoria y Reconciliación. la Iglesia y las culpas del pasado
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