Agosto se presumía un mes de poca actividad, pero no está siéndolo para el Papa Francisco. El «ferragosto» romano, ese mes en el que la dureza del clima torna por imposible la vida en la ciudad, no está aplacando la capacidad de trabajo del Santo Padre que ha preferido no desplazarse hasta lugares más frescos, como la residencia veraniega de Castelgandolfo o el Valle de Aosta, como solía hacer cada verano su predecesor.
No hay audiencia pública los miércoles y la Misa en la Casa Santa Marta se ha convertido este mes en un asunto más privado; pero aunque no se note, Francisco mantiene la agenda pontificia repleta. Y eso, que el viaje a Brasil para participar en la Jornada Mundial de la Juventud de hace un par de semanas, y de un cariz intensísimo, agotó hasta al inagotable Papa argentino. «Estoy bastante cansado pero con el corazón alegre», dijo en el vuelo de regreso durante aquella rueda de prensa de 80 minutos. Y ya se sabe, esos encuentros castigan el cuerpo pero dejan el ánimo como nuevo.
Leer crónica en ABC. El Papa no descansa en verano
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